Senderismo Ruta 7

Costa de Llucmajor

Cala Pi – Cap Blanc – Cala Pi
Duración 4 h   10,9 km  Fácil

Otra  excelente  excursión  a  pie  en  la  costa  de  Llucmajor que a su vez nos permite disfrutar de la flora y fauna del lugar. Gaviotas, cormoranes, tordos,  lagartijas,  quizá  garzas  y  otras  aves  migratorias,  el  martín  pescador…  todos pueden ser  avistados  en  la  zona.  Así  también  como  muchas variedades de plantas como el romero, tomillo silvestre, acebuches, brezo, globularia, y algún que otro tamarindo.

La    excursión    empieza    bajando    una    larga  escalera  que  conduce  hasta  la  playa  de  Cala  Pi.  Debemos  cruzar  la  playa  (después  de  una  tormenta puede que tengamos que cruzar sobre maderas,  pues  esta  estrecha  cala  también  es  susceptible  a  perder  parte  de  su  playa  cuando  hay  mala  mar)  y  pasaremos  por  delante  de  las  casas  de  los  pescadores  hasta  la  última  casita,  donde  giraremos  a  la  derecha  para  subir  a  su  tejado.   Aquí   encontraremos   unos   sencillos   escalones   que   ascienden   el   acantilado.

Una   vez  arriba,  conviene  dejar  marcado  el  lugar,  ya  que  este  punto  suele  ser  difícil  de  reconocer  a  la  vuelta.  Continuaremos  ahora  a  la  izquierda  para seguir el sendero que bordea el acantilado.

Nuestro camino pronto desciende y asciende un pequeño  barranco  antes  de  atravesar  una  vieja  pared de piedra. Pasada  la  pared,  es  un  buen  momento  para  girar  y  mirar  hacia  atrás  para  ver  la belleza de  Cala  Pi,  a  pesar  de  que  su  original  encanto  haya  sido  en  parte  mermado  en  los  últimos  años  por  la  construcción.  Seguiremos,  entre  arbustos perfumados, y a medida que vayamos avanzando, se abrirán inmejorables vistas sobre la torre de defensa de Cala Pi, situada cerca del mar al otro lado de la cala.

Debido a que Cala Pi es estrecha y  situada entre acantilados, lo cual hacia  que  el  desembarco  fuera  complicado  y  difícil, ésta fue la última torre en construirse en la  costa  de  Llucmajor.  Las  obras  de  edificación de  la  torre  actual  concluyeron  en  el  año  1663  y  Joan  Pons  fue  el  maestro  de  obras.  La  torre  está situada a 19,5 metros sobre el nivel del mar, y  se  levanta  sobre  una  base  tronco-cónica  de  9,95 metros. La parte superior tiene un diámetro de 8 metros en su terraza. La altura es de 10,20 metros.  Está  construida  con  piedras  ligadas  con  argamasa  y  se  accedía  al  portal  con  una  escalera de cuerda. El portal es de medio punto hecho con piedra arenisca, poco frecuente en la construcción de torres de defensa. A día de hoy se encuentra desprovista del matacán del portal y del porche de la terraza. Hacia el año 1970, la torre fue restaurada por sus propietarios en base del proyecto del arquitecto Antoni Alomar. Seguiremos  hacia  la  izquierda  y  a  los  20  min justo antes de un grupo de pinos, para encontrar un  ancho  camino  que  bordea  Cala  Beltran.  Varios   senderos   se   entrelazan   alrededor   de   esta  hermosa  cala,  cuyas  aguas  cristalinas  nos  invitan  a  refrescarnos  con  un  baño  –  no  así  cuando el mar está agitado, cuando en absoluto es  recomendable  nadar  en  esta  cala,  ya  que  la  fuerza  de  las  olas  entre  las  estrechas  paredes  rocosas  es  tremenda.  Rodeando  la  cala  por  el  camino  llegaremos  al  otro  lado,  a  la Punta  Capocorp  (30  min)  con  magníficas  vistas  sobre  la  costa.

Continuaremos  ahora  por  encima  de  los acantilados, acariciados por la brisa marina, y  viendo  como  los  cormoranes  zambullen  en  busca de peces. Mientras tanto, la Isla de Cabrera a nuestra izquierda nos parece un lugar mágico flotando sobre un mar de azul intenso. La ruta, ahora sin camino marcado, sigue entre las rocas y algún que otro charco salado. Se trata de  caminar  sobre  los  distintos  niveles  rocosos,  donde   veremos   unas   increíbles   formaciones  rocosas con diversas tonalidades esculpidas por el mar y el viento. Al llegar al punto donde dos solitarios tamarindos sombrean unos charcos de agua,  es  hora  de  subir  a  otro  nivel  para  poder  continuar.   Pronto   aparecerá   el   sendero   que   rodea  Cala  Carril,  y  que  sigue  sobre  los  altos  acantilados. Luego atravesaremos otra pared de piedra. No tardaremos en llegar al cercado que encierra la zona del Cap Blanc, antaño una zona militar, donde veremos un cartel con el siguiente texto “Zona Militar. Stop”.  Continuaremos  recto  hacia  la  torre  a  la  cual  llegaremos en pocos minutos.

La Torre de Defensa de Cap Blanc (Cabo Blanco) está  en  una  situación  estratégica  inmejorable  ya  que  domina  toda  la  costa  sur  de  la  isla  así  como el archipiélago de Cabrera. Fue construida por  Antoni  Genovard,  picapedrero  de  Sineu,  en  1579.  Como  todas  las  torres  de  este  tipo,  su  base se levanta sin cimientos sobre una gruesa y maciza base cónica, a partir de ella hacia arriba tiene forma cilíndrica. Tiene 10 metros de altura y  4,3  metros  de  anchura  en  su  parte  más  alta.
Al portal se accedía por una escalera de cuerda, ahora de hierro. En el interior había un armario y  un  hogar.  La  terraza  de  la  torre  era  circular,  y  en  tiempos  anteriores  estaba  cubierta  por  un  porche. Fue restaurada hace unos 50 años.
Unos  metros  más  adelante  veremos  el  Faro  de  Cap  Blanc  (zona  restringida)  sobre  lo  alto  del  acantilado El nombre de faro tiene su origen en la  isla  egipcia  de  “Pharos”  en  el  mediterráneo,  cerca  de  Alejandría.  Los  egipcios  construyeron  una gran torre con fuego en su parte más alta, la cual guiaba a los barcos para llegar al puerto de  Alejandría,  ya  que  era  visible  desde  gran  distancia.  Hoy  en  día  a  estas  torres  situadas  cerca  del  mar  y  cuya  finalidad  es  la  misma  (ayudar  y  guiar  a  los  navegantes)  se  les  llama  faros. Los  faros  de  Mallorca,  a  excepción  del  faro  de  Porto Pi, fueron construidos durante el reinado de  Isabel  II,  es  decir  durante  la  segunda  mitad  del siglo XIX. Esto fue debido al gran interés de su  gobierno  por  la  navegación  marítima  y  a  la  existencia  de  medios  técnicos  que  propiciaron  su    eficacia.    Los    mecanismos    del    aparato   rotatorio  ya  eran  conocidos  desde  hacía  más  de  un  siglo,  pero  no  ocurría  lo  mismo  con  el  sistema óptico. El combustible era el aceite y se requería  que  la  fuente  de  luz  tuviera  bastante  intensidad. Fue gracias a Agustin Fresnel (1788-1827), físico francés, quien consiguió un sistema mediante  lentes  y  espejos,  que  emitía  una  luz  intensa  y  constante.  Las  maquinarias  de  los  faros mallorquines fueron encargadas a ópticos franceses.

El  faro  de  Cap  Blanc  fue  construido  en  el  año  1863,  tiene  un  alcance  de  15  millas  náuticas (28 km) y tiene 12 metros de altura. Desde  la  torre  de  defensa,  regresaremos  a  Cala  Pi  por  el  mismo  camino,  disfrutando  de  las  diferentes  vistas  en  el  retorno,  entre  las  cuales  destaca  la  enorme  cueva  llamado  ‘Cova  dels  Ossos’  (Cueva  de  los  Huesos),  y  muchas  otras  más   pequeñas   –      pero,   ¡tengamos   cuidado   al   acercarnos   al   borde   de   estos   abruptos   escarpados!  Estaremos  de  vuelta  en  Cala  Pi  después de 4 h de excursión.

NOTA:  La  zona  en  la  que  nos  encontramos  era  conocida  como  una  de  las  más  activas  de  Mallorca  en  la  práctica  del  contrabando.  El  origen del material eran los puertos de Marsella, Génova  y  el  litoral  del  Magreb.  El  tabaco  era  el  artículo de contrabando por excelencia. El  contrabando  contaba  con  una  estructura  muy sólida desde la nobleza, que lo financiaba, pasando  por  los  patrones  que  transportaban  la  mercancía,  llegando  a  los  payeses  que  lo  ocultaban   en   escondrijos   y   lo   distribuían.   Los  contrabandistas  eran  encubiertos  por  la  población,  y  esta  práctica  les  proporcionaba  trabajo  bien  remunerado  y  productos  a  buen  precio. Hasta 1939 el cuerpo de carabineros era el encargado de perseguir a los contrabandistas, siendo   frecuente   el   soborno   para   que   la   mercancía  fuera  desembarcada  y  distribuida.  En   los   años   posteriores,   se   incrementó   el   contrabando   de   alimentos   como   el   azúcar,   harina, café y otros alimentos necesarios para la población de la posguerra.